"Sean Realistas, Pidan lo Imposible": ¿Un Nuevo Julio Francés?
- Marcel Courteau
- 6 jul 2024
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 13 jul 2024
En un giro inesperado de la historia, las elecciones de mañana en Francia podrían ser tan trascendentales como el Mayo del 68, pero desde una perspectiva opuesta. Aquella primavera revolucionaria se alzó con el lema "Sean realistas, pidan lo imposible", un grito de esperanza y desafío en las calles de París en 1968, cuando estudiantes y trabajadores se levantaron contra el autoritarismo bajo la presidencia de Charles de Gaulle.

Coincidentemente, De Gaulle disolvió la Asamblea Nacional y tras las protestas, convocó a elecciones en un plazo de 40 días. En las elecciones legislativas de junio de 1968, la gaullista Unión de Demócratas por la República salió fortalecida, mientras que el Partido Comunista y la Federación de la Izquierda Democrática y Socialista de François Mitterrand perdieron un número significativo de diputados, reflejando la radicalización y el descontento de los manifestantes.
Macron intentó una estrategia similar al disolver la Asamblea Nacional y convocar a elecciones, pero no con la misma suerte en la primera ronda. La derecha, liderada por Marine Le Pen, logró una victoria contundente, poniendo en jaque a la izquierda y a las fuerzas políticas tradicionales. Hoy, medio siglo después, la pregunta es si la derecha tomará las riendas del país. ¿Estamos ante el amanecer de un nuevo movimiento, un "Julio Francés"?.

El día de las elecciones trajo consigo un resultado que se esperaba: la derecha, representada por el partido Agrupación Nacional de Marine Le Pen, obtuvo una significativa mayoría de los votos. Con un 33,15% de apoyo, Le Pen se alzó como la ganadora de la primera vuelta, mientras que la izquierda, agrupada en el Nuevo Frente Popular, quedó en segundo lugar con un 28%. El partido oficialista de Macron apenas alcanzó un 20%, mostrando un claro desgaste de su gobierno.
Las Razones. Contexto Político y Social en Francia
¿Qué es lo que ha causado este cambio? ¿Será que los franceses se tomaron una poción mágica de Panoramix o se golpearon la cabeza y al otro día decidieron cambiar radicalmente?

Francia, históricamente conocida por su inclinación hacia políticas progresistas, se encuentra en medio de una transformación. La victoria de la derecha refleja un profundo descontento con la situación actual, marcada por una economía en crisis, altos niveles de inmigración y una creciente inseguridad. Estos factores han erosionado la confianza en el gobierno de Macron y han impulsado a los votantes a buscar alternativas más radicales.
El gobierno del presidente Emmanuel Macron, desde su primer mandato en 2017 hasta el actual, enfrenta críticas y demandas en tres áreas principales: la inmigración, la seguridad y la calidad de vida.
Inmigración Masiva y sus Consecuencias.
Durante los primeros cinco años de gobierno de Macron (2017-2022), se otorgaron permisos de residencia a un poco mas de dos millones de inmigrantes, una cifra que equivale a la población de Marsella, la segunda ciudad más grande de Francia. La mayoría de estos inmigrantes provienen del norte de África, principalmente Marruecos y Argelia. La inmigración ha generado controversia, ya que se percibe una incompatibilidad cultural con la forma de vida europea.
La asimilación cultural y social de estos inmigrantes ha sido objeto de numerosos estudios: muchos de estos descendientes no se sienten parte de la identidad francesa y tampoco son aceptados en los países de origen de sus familias.
El documental "Los franceses son los otros" (Les Français c’est les autres) revela que muchos hijos y nietos de inmigrantes en Francia, cuando se les entrevistó en escuelas sobre su sentido de pertenencia, sorprendentemente no se consideran franceses, a pesar de haber nacido en Francia
Estos descendientes de migrantes, tampoco son considerados como pertenecientes a los paises de origen de sus padres. Estos jóvenes se encuentran en un limbo identitario, sin un sentido claro de pertenencia a ninguna cultura, lo que los convierte en una población desarraigada.
Esta situacion les impide desarrollar ese concepto de “querencia”, un término que denota el apego emocional y cultural a un lugar, es crucial para la identidad de una persona y al no encontrar un sentido de querencia en su nuevo hogar y ser rechazados en sus países de origen, viven en una especie de exilio permanente.
Este desarraigo tiene consecuencias graves, pues muchos jóvenes de origen inmigrante en Francia se sienten marginados y excluidos. Esto facilita su reclutamiento por bandas criminales y redes de narcotráfico, que operan en muchas de las "zonas de no derecho" en los suburbios franceses, donde la policía, los servicios médicos y las ambulancias no pueden ingresar con seguridad.
En estas áreas, la ley que prevalece no es la del Estado francés, sino la del más fuerte: narcotraficantes, líderes religiosos radicales y otras figuras de poder local.
Problemas de Seguridad y Orden Público
La falta de integración y el consecuente desarraigo también se reflejan en episodios de violencia y disturbios en los suburbios franceses. Estos brotes de violencia, que a menudo sorprenden por su intensidad y frecuencia, son síntomas de una juventud desilusionada y sin perspectivas claras. La ausencia de una intervención estatal efectiva en estas zonas solo agrava la situación, dejando un vacío que es llenado por elementos criminales.
La seguridad es una de las principales preocupaciones de los franceses. Durante los últimos años, la criminalidad ha aumentado significativamente. Macron, en una entrevista pública, reconoció que al menos la mitad de los delitos en París están vinculados a la inmigración. Las estadísticas son alarmantes: en Francia se registran aumentos en las agresiones sexuales (+8%, 10 por hora), robo de vehículos (+5%, 15 por día) y asesinatos (+5%, casi 3 por día) . Esta realidad ha creado una sensación generalizada de inseguridad entre la población.
Pérdida del poder adquisitivo
La economía francesa, bajo el mandato de Macron, ha sufrido un deterioro notable. La deuda pública ha alcanzado un 110% del PIB, y el país enfrenta un crecimiento económico estancado. Esta situación ha llevado a un incremento en las quiebras empresariales y a una precariedad laboral cada vez mayor. Los franceses sienten que sus impuestos, destinados a mantener un sistema de bienestar, no se utilizan de manera justa, ya que una gran parte de las ayudas sociales no tienen el destino que debieran.

La pérdida del poder adquisitivo ha sumido a muchos franceses en un estado de desesperanza. Los hogares, que una vez prosperaban con estabilidad financiera, ahora luchan por mantenerse a flote. La espiral de endeudamiento, junto con un mercado laboral en declive, ha erosionado la confianza en el futuro económico del país. La percepción de una injusta distribución de recursos, donde los ciudadanos ven sus impuestos desvanecerse en un sistema de ayudas que no parece beneficiarles directamente, agrava este sentimiento de alienación económica. Este descontento alimenta la narrativa de un gobierno desconectado de las necesidades reales de su pueblo.
El votante promedio de la Reagrupación Nacional (Rassemblement National) en Francia probablemente sea el hombre de a pie, aquel que trabaja y se levanta temprano para ir a su empleo. Este perfil de votante a menudo reside en urbanizaciones precarias, sin los recursos para adquirir una casa o un automóvil, y su coche podría ser vandalizado por bandas durante la noche. Este individuo podría vivir en un estado constante de agotamiento, luchando por pagar impuestos que siente que sostienen a una parte de la población que, por alguna razón o por otra, depende del Estado. Es un votante que se encuentra frustrado por la inseguridad en su barrio, enfrentando situaciones de violencia como robos y agresiones.
Además, podría estar cansado de que le impongan cómo debe vivir, como la necesidad de seguir la agenda verde de Bruselas, que exige tener un auto eléctrico cuando no puede permitirse ni siquiera una bicicleta. Este tipo de votante está desencantado con el sistema actual y se enfrenta a lo que percibe como dos bandos muy claros: él, que solo quiere vivir su vida con dignidad, y el otro lado, que representaría las políticas y estructuras que siente que lo están desangrando.
La Segunda Ronda:
En este tumultuoso escenario de desafíos y esperanzas, Francia se encuentra en un punto de inflexión que definirá su destino. La inseguridad galopante, la erosión del poder adquisitivo y una política inmigratoria descontrolada son los hilos que tejen un tapiz de inquietud en el corazón de la nación. Estos problemas reflejan una insatisfacción profunda con el estado actual y una demanda ferviente por soluciones que puedan armonizar los venerados ideales de libertad, igualdad y fraternidad con las duras realidades contemporáneas.
Será entonces este "julio francés" que pueda encontrar a quienes calmen estas preocupaciones y que, a la luz de la situación actual, encarnen el desafío de tener una mirada honesta y ser realistas, para demandar lo imposible: que hoy, será quizás reconocer que toda política tiene límites, que alguien tiene que pagar la fiesta y que toda política de inmigración, administración del déficit y reducción de la inseguridad debe tomar un rumbo que se alinee con los intereses de los franceses, evitando que se conviertan en una metástasis sin solución que afecte áreas sociales y económicas.

En el centro de esta tormenta se encuentra la necesidad crucial de asimilar e integrar a todos los franceses, resignificando los valores que han construido la nación: desde la educación, la libertad, la igualdad ante la ley, el valor del trabajo y del sacrificio.
Es en este momento de crisis y oportunidad, donde, como el mítico Ave Fénix, la nación tiene la oportunidad de renacer de sus cenizas y de reconstruirse desde los cimientos de sus valores más profundos. Tal como señaló el filósofo y escritor Jean-Paul Sartre, “la realidad no es una materia inerte que se pueda moldear a nuestro antojo, sino una fuerza viva con la que debemos colaborar para construir un mundo mejor”.
Francia se enfrenta a la prueba definitiva de su carácter. En la encrucijada de la historia, como en tantas otras, puede transformar la adversidad en una oportunidad, la división en unidad y la desesperanza en esperanza.
Este es el desafío épico que la convoca, y la respuesta a este llamado definirá no solo el presente, sino también el legado que dejará a las futuras generaciones.
Así, con la mirada fija en el horizonte y el corazón firme en sus convicciones, Francia avanza hacia su destino, decidida a escribir un nuevo capítulo en su gloriosa historia, que siempre ha iluminado al mundo.
Fuentes:
1.Santiago Muzio. Reportaje luego de las elecciones de primera ronda.
2-Los Franceses son los otros. Documental de Mohamed Ulad e Isabelle Wekstein-Steg.
3-Macron admite criminalidad de inmigrantes. France TV2
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